PA2-Reflexiones:

Fase 1: Conocer un arquitecto

Kazuyo Sejima es una reconocida arquitecta japonesa, nacida el 29 de octubre de 1956 en la prefectura de Ibaraki, Japón. Sejima es célebre por su enfoque minimalista y vanguardista en la arquitectura, donde la luz natural, la transparencia y la simplicidad juegan un papel central en sus diseños. Junto a Ryue Nishizawa, cofundó el estudio SANAA (Sejima and Nishizawa and Associates) en 1995, el cual ha sido galardonado con numerosos premios internacionales, incluidos el prestigioso Premio Pritzker de Arquitectura en 2010.

Entre sus proyectos más destacados se encuentran el Museo del Louvre-Lens en Francia, el Edificio de Cristal del Instituto de Arte Contemporáneo de Nueva York y el New Museum of Contemporary Art, también en Nueva York. Sejima es conocida por crear espacios que fomentan la interacción entre las personas y el entorno construido, desdibujando los límites entre el interior y el exterior, y utilizando materiales ligeros y reflectantes para lograr una sensación de fluidez y apertura.

Sejima, K. (s.f.). Me interesa la relación de un edificio con su ubicación. Por eso trato de que mis edificios no se aíslen y a la vez tengan vida interior.

La cita de Kazuyo Sejima, «Me interesa la relación de un edificio con su ubicación. Por eso trato de que mis edificios no se aíslen y a la vez tengan vida interior», me resuena mucho porque también creo que los espacios deben conectarse con su entorno, no ser solo estructuras vacías. Para mí, es súper importante que un edificio no solo encaje bien en el lugar donde está, sino que también sea funcional por dentro, algo que la gente quiera usar y disfrutar.

Fase 2: Reflexiones: Quiero ser arquitecto_
Campo Baeza

El texto de Alberto Campo Baeza en «Quiero ser arquitecto» nos invita a reflexionar sobre la arquitectura como un oficio profundamente vocacional. Se presenta la carrera no solo como un proceso de aprendizaje técnico, sino como un camino que requiere pasión, esfuerzo continuo y una constante evolución personal. A través de metáforas simples, como el acto de subir y bajar escaleras, el autor destaca que la arquitectura no debe apresurarse, sino trabajarse con paciencia y precisión.

Este enfoque nos lleva a pensar que el ser arquitecto no es solo crear edificios, sino también construir sueños. La relación con el espacio y la luz es clave para lograr que las construcciones no solo sean funcionales, sino que también toquen las emociones de quienes las habitan. La arquitectura, desde esta perspectiva, no es simplemente una profesión, sino una forma de vida que requiere dedicación y creatividad a partes iguales.